Por Florentino Garcia
Lo que rifa son los sobrenombres y los albures
En todo México lo que se acostumbra los apodos o sobrenombres y los que han vivido en la Cd. de México también saben cómo se acostumbra hablar con albures aunque la palabra albur es una rama de un pez , también es juego de baraja pero los amigos de los barrios se burlan de sus amigos, juego de palabras de doble sentido, expresiones muy vulgares.
“El albur debe ser fino, El albur es un ajedrez mental” Lourdes Ruiz (Campeona Internacional del Albur)
Se cree que el ingenioso juego de palabras del albur mexicano nació en la época colonial como una juerga entre mineros de la zona de Pachuca, Hidalgo, Sin embargo, los mexicas, en su cuecuechcuícatl (canto travieso), hacían alusiones eróticas, en ocasiones encubiertas (un tipo de doble sentido).
También, generalmente se le asocia a una código entre entendidos de estratos sociales con pocos recursos económicos, sin embargo, este juego, trasciende barreras socioeconómicas y es común, sobre todo entre los hombres (aunque también muchas mujeres lo usan ya) de manera lúdica, entre el erotismo, la sutil intimidación y el ingenio.
Su popularidad ha ido en aumento en los últimos años, sobre todo desde que en 1958 se publicó el libro de Picardía Mexicana, de Armando Jiménez, donde este desglosa el lenguaje de las calles de la Ciudad de México, entre los albures.
Esta curiosa pelea verbal requiere de destreza mental. Un albur es un juego en el que se intercambian frases con contenido (no directo) sexual con el fin de que la otra persona no pueda responder; las expresiones deben evitar toda connotación grosera o peyorativa. Generalmente si la persona no responde a los pocos segundos, ha perdido. Hoy incluso existe un Concurso Nacional del Albur y un diplomado dirigido por la “tepiteña” Lourdes Ruiz (Campeona Internacional del Albur). El albur se ha academizado, y en palabras de Ruiz: Estoy convencida de que si en las escuelas dieran una hora de taller de albur, seríamos una potencia en matemáticas y ciencias exactas. Todo es agilidad mental.
Por otra parte Los apodos o sobrenombre: Que el pelón, que el chaparro, el gordo, el chino, el pollo, el pelos, el chicarcas, el pitirijas, el güero, el CJ, el caguamo, el Elvis, el Simba, el Conan, la Cindy, etc.
Por más crueles que puedan ser, la verdad es que los apodos nacen para exaltar los defectos físicos o morales de las personas y, seamos sinceros, la mayoría de las veces provocan mucha risa. Y para esto los mexicanos nos pintamos solos.
Poner apodos forma parte de nuestra cultura popular desde hace muchos años y vaya que lo sabemos hacer bien. Pero no todo es malo, algunos psicólogos recomiendan aceptar estos motes con tranquilidad y así no sufrirlos, sino disfrutarlos.
En mi barrio Colonia Hidalgo Nueva Rosita Coahuila estos son los sobrenombres más populares: la copa, el patín, la marrana, la calìa, la tanoza, el gallo, la tinaja, el pelancho, el serrucho, la gringa, la Pía , el Rey babas, la paca Cortés, el potrillo, el gato, el zurdo, la caleana, el chizquiado, etc. etc.
De estos personajes solo sé los nombres de unos cuantos.
Cuenta un Plomero de Ft Worth Texas de apellido Pinales originario de Melchor Muzquis Coahuila que tenía once hermanos y que un día cayó una avioneta en un árbol de su casa y que la mamà salió a llamar a sus hijos, el cunino y puros sobrenombres raros y el piloto que era americano pensó que había caído en África.
Que cosas, como dice Mario Moreno Reyes “Cantinflas”.