“Lupe” Madera
El boxeador que en 1983 inició la “seguidilla” mexicana de títulos mundiales, falleció de manera trágica el sábado 3 de diciembre de 2005
(Tomado del Archivo de Península Deportiva)
Mérida.- México, Yucatán, Sotuta y sobre todo el boxeo recuerdan este día a uno de los héroes de perfil más discreto en este deporte que hace a dejado físicamente tras una brillante hoja de servicios en la que tuvo como máximo mérito devolverle a su patria el estatus de país con al menos un campeón del mundo algo que en casi 30 años no ha perdido.
Así, Península Deportiva rinde este día un sencillo, pero sentido homenaje a Jorge Guadalupe Madera Pacheco “Lupe Madera”, símbolo, no sólo del deporte yucateco, sino de la sociedad de esta entidad federativa de los 70´s y 80´s en la que era todo un personaje, primero por sus dotes de cocinero y luego por su constante, trabajosa lucha por llegar a la cúspide mundialista.
Madera falleció, de acuerdo con el peritaje hecho por las autoridades, al caer de la escalera de su domicilio (un apartamento sobre su restaurant Los Delfines) y quedar boca arriba en ese acceso y sufrir una broncoaspiración.
Fue la suya, la última de las cuatro fulgurantes estrellas del boxeo yucateco que en distintos rubros de ese deporte, se apagaron en ese trágico calendario para el pugilismo nuestro. Además de él, ese 2005 fallecieron su entrenador, sr. Edilberto “Beto” Rivero Segovia, su apoderado, Don William Abraham Dáguer, y el comentarista Don Eduardo Amer González.
“Lupillo”, quien esa misma tarde había iniciado un festejo que prolongó hasta su domicilio, había asistido al “Día del Boxeador” en el “Círculo de Camioneros“, de donde “la siguió” en su casa, hasta que tuvo el accidente que acabó con su vida. Desafortunadamente, no estaba acompañado, pues de haber sido así, no le habría ocurrido lo que le pasó.
Llegado de jovencito a Mérida, Madera trabajó como cocinero en distintos sitios, pero donde se hizo famoso con el manejo de los alimentos, su aderezo y condimentación fue en el Hotel Panamericana, que luego tendría otros nombres, entre ellos el Calinda.
Parte de una época en la que el boxeo era una auténtica fiebre que a él le tocó justo cuando comenzaba a gestarse, “Maderita” decidió probar suerte en este deporte, sin saber que alcanzaría el estrellato, no sin antes sufrir traspiés y obstáculos de todo tipo.
A parecer de este portal, de los siete campeones mundiales yucatecos, él ha sido al que más trabajo le dio coronarse.
Comenzó una carrera en la que no se advertía al campeón en ciernes, pues ganaba unas y perdía otras. Tuvo la buena suerte y al mismo tiempo, por decirlo de una manera, la mala fortuna de pasar a formar parte de la “cuadra” de boxeadores de Jesús “Choláin” Rivero, donde el brillo de una gran gema opacaba a cualquiera: Miguel Canto.
Canto, Incluso, siendo campeón mundial, fue su verdugo al enfrentarlo, vencerlo y noquearlo en Cozumel en una pelea a 10 rounds. Maderita, por un buen tiempo, estuvo siempre a la “sombra” del “Maestro” , aunque ello mismo lo llevó a conocer el mundo como su sparring y a hacerse gradualmente un nombre.
De hecho, peleó en el extranjero con gente como Joey Olivo (Los Ángeles), con el también mexicano Germán Torres en Chile y con el panameño Jaime “Cieguito” Ríos cuando éste era campeón mundial y en Mérida.
Con todos ellos que en algún momento fueron campeones mundiales, perdió por decisión, pero agarró el bagaje de experiencias que lo catapultaron posteriormente.
Todavía tendría tropiezos terribles, uno de ellos contra el jalisciense Pedro Galaviz, que lo noqueó en el mismísimo primer round en el Parque Carta Clara y contra aquel tremendo “barretero” hidalguense (quién sabe porqué no fue campeón mundial) Cándido Téllez, que le aplicó un pavoroso nócaut en tres rounds en la Arena Coliseo capitalina.
A partir de esa derrota y ya siendo parte de la cuadra de boxeadores de don William Abraham Dáguer, tras el retiro de “Choláin”, Lupe “cuajó” y tuvo la oportunidad del desquite con Téllez al que dictó una cátedra de boxeo en el Carta Clara, para hilvanar éxitos que primero lo pondrían en ruta a las clasificaciones mundiales y luego al cetro mundial.
De repente dejó de ser sparring de todos los campeones mundiales yucatecos y alcanzó un status de estelar que ya no perdería.
Así, Maderita, en 1981, ya era primer clasificado mundial minimosca de la AMB, pero no pudo disputar esa corona, porque era propiedad del jalisciense Pedrito Flores, cuyo mánager era don José Guadalupe Sánchez Mejía “Lupe Sánchez”, socio y amigo del sr. Abraham Dáguer a cuyos púgiles auxiliaba
en sus incursiones en el extranjero.
Flores no duró mucho tiempo en el trono luego de batir al excelso “samurái” japonés Yoko Gushiken y dejó la corona por una herida en una ceja ante el coreano Hwan-Jim-Kim, que a su vez la perdería ante el más grande rival que Lupillo tendría: Katsuo Tokashiki.
Ya convertido en un estelarista internacional, “Lupe” Madera había pagado amplio derecho de piso por permanecer en el primer sitio mundial de los minimoscas de la AMB, donde el coreano Hwan Jin Kim tenía la obligación de defenderlo ante el yucateco.
Por azares del boxeo, la oportunidad obligatoria para Madera se prolongó hasta abril de 1982, cuando se enfilaba ya a cumplir dos años como primero del mundo. La cita fue en Japón, en el Miyagi Sports Center de Sendai, el mismo sitio en el que Miguel Canto se coronara siete años antes.
En ese lugar, el de Sotuta enfrentó al japonés Katsuo Tokashiki, vencedor de Jin Kim, que había resultado ser un campeón efímero y perdió una discutida decisión dividida, por lo que la AMB lo mantuvo en el primer escaño de los retadores.
Tras realizar una serie de combates, uno de ellos arriesgado ante el ex campeón Flores al que venció por puntos en Mérida, Madera recibió al año siguiente la oportunidad en el mismo mes de abril ante Tokashiki que nuevamente de manera por demás apretada retuvo el título con un empate.
Nadie estaba satisfecho, menos la opinión pública mundial, por lo que la AMB ordenó la revancha inmediata para el 10 de julio de ese mismo 1983 en lo que se pensó sería la definitiva.
La pelea inició en el Korakuen Hall de Tokio, donde desde el segundo round Madera sufrió una fea herida en la frente de la que sangró abundantemente, algo que había sido común en su carrera por su manera impetuosa de entrar y por la que ya se le había identificado.
El yucateco, herido y ya con la amenaza de que la pelea le fuera parada en casa del rival con la sombra de otra decisión controvertida, echó el resto en ese mismo round y en el tercero, hasta que en el cuarto, de manera inexplicable, pareció dar la espalda ya bañado en sangre.
Una confusión llegó al ring con los japoneses que saltaron pensando que se había decretado el abandono y hasta el anunciador dio inicialmente como ganador a Tokashiki, pero…
El réferi panameño Carlos Berrocal intervino ante las autoridades y dijo que haía decidido llevar a Madera a consulta médica por la gran herida y sobre todo el incesante sangrado que sufría.
Alertado por el comisionado regiomontano José Juan Guerra que se encontraba presente en la función, el representante de Madera, Eric Germon González irrumpió en la escena y a base de gritos, pataleos y amenazas (era abogado) hizo valer el reglamento boxístico para lograr coronar a Madera y de paso acuñar una frase muy acorde con su personalidad: “Soy el primer peso completo en ganar el cam
peonato mundial minimosca”, en clara alusión a su gran tamaño físico.
La norma establecía que a esa altura de la pelea y en caso de una herida o lesión que impidiera la continuación del pleito, el fallo se daría a favor del que fuera arriba en las tarjetas y ese resultó ser el yucateco que, tras ser declarado no ganador por tercera vez, recibió el cinturón en una coronación histórica por devolverle a México, la segunda potencia boxística mundial, un título del orbe horas después de haberse quedado sin campeón alguno por el desconocimiento del CMB hacia otro Lupe, pero el capitalino Pintor, como su soberano en la división de los gallos.
Pintor ya había pasado varios meses sin defender la corona a razón de un accidente de motocicleta que le fracturó la quijada, por lo que tras su desconocimiento, México se había quedado sin titular alguno…
Fue el yucateco el primero de una racha de campeones que este país no ha perdido y por la que han pasado ni más ni menos, gente como Julio César Chávez, Ricardo López, Erik Morales, Marco Antonio Barrera, José Luis Ramírez y Juan Manuel Márquez entre otros.
No fue tanto su coronación, sino el momento en el que ocurrió, el principal aporte histórico del pequeño guerrero yucateco que tras ganar el cetro hizo una defensa más, nuevamente ante Tokashiki (ambos protagonizaron la mayor rivalidad boxística entre México y Japón) antes de perderla inesperadamente ante el dominicano Francisco Quiroz en Venezuela.
Tras ello, “Lupillo” evaluó seguir en el boxeo y hasta tuvo una oferta de Europa para encarar al francés Antoine Montero, pero un desacuerdo en la negociación lo llevó a pensar que lo mejor era colgar los guantes y dedicarse a su restaurante los Delfines del que vivió hasta el final de sus días.
Por cierto, Madera y Tokashiki se encontraron de nuevo y en Mérida en agosto de 1993, cuando el japonés que era animador de un programa televisivo en su país, vino a esta ciudad a hacer un programa especial con su archirrival yucateco que lo agasajó en su restaurante de mariscos.
El gran campeón yucateco vive ya el descanso eterno en el que es acompañado por la gloria que a base de golpes, sudor, lágrimas y sangre se ganó sobre el ring en el que perpetuó el estandarte de su país, México y de su tierra, Yucatán…(Que Dios los Bendiga y lo tenga consigo).
Sus restos yacen en el Musoleo de los Boxeadores en el Cementerio de Xoclán, al poniente de la capital yucateca y a unos cuantos pasos de donde S.S. Juan Pablo II ofició una memorable misa ante más de un millón de personas el 11 de agosto de 1993.